Perro de casa amarrado en calle: una posible categoría emergente

Se desarrolló un ejercicio piloto de caracterización que permitió realizar una estimación de dinámicas poblacionales de animales de ambulantes en calle, en puntos críticos de las localidades Usme y Ciudad Bolívar, de acuerdo con criterios de especie, condiciones físicas, comportamiento evidente, condiciones sociales y estados de salud. Como resultado de este trabajo se encontró una categoría emergente, que no fue observada de manera sistemática y rigurosa, pero que fue lo suficientemente notoria e impactante para que los investigadores la plantearan como importante en el contexto abordado y se tomaran datos aleatorios que dieran cuenta del fenómeno al que denominaron “Perro de casa amarrado en calle”. Esto hace se referencia a los perros callejeros bajo el cuidado de la comunidad, con una responsabilidad compartida por un grupo de vecinos de un sector del barrio, sin un tenedor específico que responda por el animal. Con base en la observación sistemática, se identificaron las siguientes categorías de animales con criterio de calle: perro de CAI, gato de casa en calle, perro de casa en calle, perro de cuadra y perro de casa amarrado en calle. En total, fueron 107 observaciones realizadas con estos criterios en las dos localidades: 34 observaciones en Usme y 73 en Ciudad Bolívar. De acuerdo con lo observado, la categoría “perros de casa amarrado en calle”, debe ser corroborada en posteriores ejercicios. Esto puede deberse a que las familias tenedoras sacan a los animales de sus casas para no tenerlos en su interior por varias razones, y los amarran afuera para que no se escapen o vagabundeen.
En otras situaciones, sobre todo cuando el animal amarrado se le ha adecuado un refugio, con bebedero y comedero, o se le dispone de estos elementos en un lugar inmediatamente contiguo a su punto de permanencia, puede indicar que el animal es usado por motivos de seguridad, para que haga ruido cuando alguien ajeno se acerca. Este último elemento puede deberse al carácter social de las comunidades abordadas, con alta incidencia de personas de origen campesino y amplias zonas rurales, que pueden mantener dinámicas propias del campo, donde los perros son usados para efectos de seguridad de las fincas, manteniéndolos en la intemperie y muchas veces amarrados para que puedan alertar a los tenedores sobre la llegada de posibles visitantes o intrusos.